Tu esencia no es sentimental

26.03.2014 00:32

Tu esencia no es sentimental

Escribo esto para compartir una comprensión interna que he tenido hace poco y que siento que a muchos les puede servir. Es esta idea insistente y tan presente en los grupos de espiritualidad de relacionar la emoción con la espiritualidad. Casi surge una competencia para ver quién ha sentido con mayor fuerza ese orgasmo cósmico, ese éxtasis del universo, esa energía del todo que rodea y lo envuelve todo. Experiencias mágicas, experiencias supernaturales, experiencias energéticas.

Se le ha puesto diferentes nombres, como éxtasis, experiencia de Kundalini, estados alterados de conciencia… y ha sido esto lo que se ha convertido en el tesoro de búsqueda. Pero realmente si lo observamos por lo que es, no deja de ser una experiencia, un pensamiento que pone energía en movimiento (emoción: in motion) y crea una experiencia. Como cualquier experiencia simplemente viene y se va, por lo tanto no puede ser lo divino pues este es eterno e inmutable. La esencia original es ese elemento que no cambia, que siempre está presente.

Si identificamos estas experiencias “mágicas” o cualquier experiencia emocional o mental en nuestro objeto de búsqueda, lo vamos a poder encontrar en algún punto pero no nos va a durar pues de la misma forma que viene también se va. No nos va a dar Verdad y Liberación, pues al identificarlo como “lo divino” y tras experimentarlo, seguramente vamos estar viviendo nuestras vidas buscando de nuevo estas experiencias.

Son experiencias, nada más y nada menos. Son otra escena de la película de ilusión en la que estamos actuando. La búsqueda de estas experiencias sólo nos dará satisfacciones e insatisfacciones, alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, subidas y bajadas… es decir, cambio.

Pero la búsqueda y la pregunta que nos puede guiar hacia la liberación y la verdad es: ¿Quién es el que observa estas experiencias? ¿Quién soy yo? Ese nunca cambia, y siempre está presente. Cuando empezamos a darnos cuenta que realmente no hay que buscar nada, pues nunca nos faltó nada entonces podemos estar en paz.

Las experiencias no son ni buenas ni malas, ni correctas ni incorrectas… No hay experiencias mejores ni peores. La paz y la verdad es comprender que tras toda experiencia siempre está lo mismo: el observador eterno, esencial y original. Ese es nuestro espíritu, esa es nuestra divinidad.